TIGRE: Vecina de San Jorge recibió tratamiento con plasma en el Hospital de Pacheco y se recupera favorablemente

Cuando llegó al Hospital General de Agudos Magdalena V. de Martínez, en General Pacheco, a María Luisa Pérez le costaba mucho respirar. Con 56 años, era Covid-19 positivo y estaba diagnosticada previamente con diabetes, hipertensión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y sobrepeso. Combinaba en su cuerpo muchos factores de riesgo.

Hacía más de una semana que estaba con síntomas de fiebre y decaimiento en la casa. Su hija había llamado a la ambulancia, que tardó cinco horas en llegar. El primer diagnóstico fue amigdalitis. Pero todo fue empeorando. Su hija le insistió en que se hiciera el hisopado para saber si tenía coronavirus. Y tenía razón. Le dio positivo. A las horas, la internaron en ese hospital de General Pacheco. La primera noche durmió muy mal: sentía que el oxígeno que le habían puesto no le llegaba bien. La segunda fue peor.

Al tercer día llegó Christian Martínez Kovach, médico del Servicio de Medicina Interna, con una propuesta. “Llegó y me dijo: ‘Mire, señora, acá le vamos a decir la verdad. Lamentablemente esto a usted la está matando, usted no tiene la mínima defensa. Usted necesita que se le pase plasma, porque el plasma son antivirus de otras personas que ya tuvieron la enfermedad’. Algo así me explicó”, cuenta hoy María Luisa.

Ella preguntó si a su hija, que también tenía Covid-19, le iban a pasar plasma. La respuesta fue negativa: era una paciente de unos 30 años, sin enfermedades preexistentes y con buena salud. Durante un par de días compartieron habitación, pero cuando su hija se sintió bien pidió el alta. Así que se fue a la casa, tras firmar una declaración jurada y con la promesa de cumplir aislamiento domiciliario.

De acuerdo con los datos que publica el Ministerio de Salud bonaerense, de los 355 fallecidos por coronavirus en la provincia, 81 tenían diabetes; 151, hipertensión arterial; 49, obesidad, y 35, EPOC. María tiene cuatro de las seis enfermedades preexistentes que sufrían los pacientes que murieron por Covid-19 en el territorio bonaerense.

Al otro día llegó desde el Instituto de Hemoterapia provincial, en La Plata, el plasma de recuperado de coronavirus que cumplía los requisitos para ser donante. A María Luisa le empezaron a hacer la transfusión a las 7.30 de la mañana. Lo primero que sintió fue que se le iba la picazón que no la había dejado dormir la noche anterior.

María Luisa se encarga de la parte textil de la organización Barrios de Pie en el barrio San Jorge, de Don Torcuato, en Tigre, uno de los últimos focos identificados de Covid-19. Después de haber recibido plasma, les mandó un video a sus compañeros bailando. Se sentía tan bien que empezó a ordenar las mesitas y se duchó durante una hora, feliz de sentir el agua en su cuerpo.

A la espera del hisopado

“Me pusieron el plasma y la picazón desapareció automáticamente. ‘¿Qué pasó?’, pensé. Cuando me lo terminaron de pasar, me dijeron que podía desayunar. Me levanté, me sacaron sangre, desayuné. Fue increíble. Me puse a ordenar las mesitas. Era la energía que me había entrado”, dice María Luisa, con un tono de voz que delata su felicidad.

Ahora sigue internada, le hicieron nuevos análisis y espera el próximo hisopado. “María está con signos vitales normales, clínicamente estable, camina, se alimenta, está en su habitación con el celular haciendo videollamadas. No pueden entrar los familiares porque está en una sala cerrada. La enfermera y los médicos entramos lo menos posible. Ella está de buen humor, dispuesta a colaborar y a esperar el resultado”, señala Martínez Kovach.

Cuando María Luisa llegó al hospital, justo se habían quitado de las guías que extiende el Ministerio de Salud provincial a los hospitales tres posibles tratamientos para coronavirus: la hidroxicloroquina, el lopinavir y el ritonavir.

“Esa medicación estaba disponible en las guías para usarla en pacientes con Covid. Pero cuando ella llegó se eliminaron esos tratamientos. Nos quedamos con que para esta enfermedad no había tratamientos”, explica a LA NACION el profesional. La única posibilidad era ofrecer, a quienes cumplieran con los criterios del ensayo clínico que está llevando adelante la provincia (ver aparte), transfundir plasma de convaleciente, que es como se le llama al plasma de recuperados del nuevo coronavirus.

Hoy, las camas para pacientes con coronavirus en el hospital de General Pacheco están llenas. Son 32. Incluso tuvieron que poner a dos personas en la misma habitación. En toda la pandemia, más de 50 pacientes se internaron allí, pero no a todos les pusieron plasma.

Para identificar a quiénes se les puede transfundir plasma de convaleciente, Martínez Kovach ideó una suerte de puntaje con las características que deben cumplir los pacientes para entrar a este ensayo clínico. Entre los criterios están: si es personal de salud, si tiene más de 60 años, si presenta factores de riesgo. También se toman en cuenta la evaluación clínica, los parámetros radiológicos, los valores de laboratorio y la saturación de oxígeno.

María Luisa fue la tercera en recibir plasma en el Hospital Magdalena V. de Martínez. Hoy ya van por el sexto paciente al que se le pasa plasma allí. La primera ya fue dada de alta.

A nivel provincial, ya se les transfundió plasma de convaleciente a 92 pacientes. “El viernes vamos a tener un corte del ensayo clínico. Por ahora son 92 pacientes, de los cuales cuatro fallecieron y el resto están recuperándose bien”, detalla a LA NACION Nora Etchenique, directora del Instituto de Hemoterapia bonaerense. El corte significa que un grupo de expertos y expertas se sentarán a analizar los resultados y la evolución de los pacientes que se incluyeron en el ensayo de plasma.

Martínez Kovach escuchó a alguien decir: “Con el coronavirus estamos escribiendo el libreto arriba del escenario”. Piensa, entonces, que a esa oración hay que sumarle una más: “Con el plasma les estamos dando a nuestros pacientes el libreto escrito”.

FUENTE: La Nacion: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/coronavirus-argentina-me-pusieron-plasma-me-entro-nid2379458

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Cuando llegó al Hospital General de Agudos Magdalena V. de Martínez, en General Pacheco, a María Luisa Pérez le costaba mucho respirar. Con 56 años, era Covid-19 positivo y estaba diagnosticada previamente con diabetes, hipertensión, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y sobrepeso. Combinaba en su cuerpo muchos factores de riesgo.

Hacía más de una semana que estaba con síntomas de fiebre y decaimiento en la casa. Su hija había llamado a la ambulancia, que tardó cinco horas en llegar. El primer diagnóstico fue amigdalitis. Pero todo fue empeorando. Su hija le insistió en que se hiciera el hisopado para saber si tenía coronavirus. Y tenía razón. Le dio positivo. A las horas, la internaron en ese hospital de General Pacheco. La primera noche durmió muy mal: sentía que el oxígeno que le habían puesto no le llegaba bien. La segunda fue peor.

Al tercer día llegó Christian Martínez Kovach, médico del Servicio de Medicina Interna, con una propuesta. “Llegó y me dijo: ‘Mire, señora, acá le vamos a decir la verdad. Lamentablemente esto a usted la está matando, usted no tiene la mínima defensa. Usted necesita que se le pase plasma, porque el plasma son antivirus de otras personas que ya tuvieron la enfermedad’. Algo así me explicó”, cuenta hoy María Luisa.

Ella preguntó si a su hija, que también tenía Covid-19, le iban a pasar plasma. La respuesta fue negativa: era una paciente de unos 30 años, sin enfermedades preexistentes y con buena salud. Durante un par de días compartieron habitación, pero cuando su hija se sintió bien pidió el alta. Así que se fue a la casa, tras firmar una declaración jurada y con la promesa de cumplir aislamiento domiciliario.

De acuerdo con los datos que publica el Ministerio de Salud bonaerense, de los 355 fallecidos por coronavirus en la provincia, 81 tenían diabetes; 151, hipertensión arterial; 49, obesidad, y 35, EPOC. María tiene cuatro de las seis enfermedades preexistentes que sufrían los pacientes que murieron por Covid-19 en el territorio bonaerense.

Al otro día llegó desde el Instituto de Hemoterapia provincial, en La Plata, el plasma de recuperado de coronavirus que cumplía los requisitos para ser donante. A María Luisa le empezaron a hacer la transfusión a las 7.30 de la mañana. Lo primero que sintió fue que se le iba la picazón que no la había dejado dormir la noche anterior.

María Luisa se encarga de la parte textil de la organización Barrios de Pie en el barrio San Jorge, de Don Torcuato, en Tigre, uno de los últimos focos identificados de Covid-19. Después de haber recibido plasma, les mandó un video a sus compañeros bailando. Se sentía tan bien que empezó a ordenar las mesitas y se duchó durante una hora, feliz de sentir el agua en su cuerpo.

A la espera del hisopado

“Me pusieron el plasma y la picazón desapareció automáticamente. ‘¿Qué pasó?’, pensé. Cuando me lo terminaron de pasar, me dijeron que podía desayunar. Me levanté, me sacaron sangre, desayuné. Fue increíble. Me puse a ordenar las mesitas. Era la energía que me había entrado”, dice María Luisa, con un tono de voz que delata su felicidad.

Ahora sigue internada, le hicieron nuevos análisis y espera el próximo hisopado. “María está con signos vitales normales, clínicamente estable, camina, se alimenta, está en su habitación con el celular haciendo videollamadas. No pueden entrar los familiares porque está en una sala cerrada. La enfermera y los médicos entramos lo menos posible. Ella está de buen humor, dispuesta a colaborar y a esperar el resultado”, señala Martínez Kovach.

Cuando María Luisa llegó al hospital, justo se habían quitado de las guías que extiende el Ministerio de Salud provincial a los hospitales tres posibles tratamientos para coronavirus: la hidroxicloroquina, el lopinavir y el ritonavir.

“Esa medicación estaba disponible en las guías para usarla en pacientes con Covid. Pero cuando ella llegó se eliminaron esos tratamientos. Nos quedamos con que para esta enfermedad no había tratamientos”, explica a LA NACION el profesional. La única posibilidad era ofrecer, a quienes cumplieran con los criterios del ensayo clínico que está llevando adelante la provincia (ver aparte), transfundir plasma de convaleciente, que es como se le llama al plasma de recuperados del nuevo coronavirus.

Hoy, las camas para pacientes con coronavirus en el hospital de General Pacheco están llenas. Son 32. Incluso tuvieron que poner a dos personas en la misma habitación. En toda la pandemia, más de 50 pacientes se internaron allí, pero no a todos les pusieron plasma.

Para identificar a quiénes se les puede transfundir plasma de convaleciente, Martínez Kovach ideó una suerte de puntaje con las características que deben cumplir los pacientes para entrar a este ensayo clínico. Entre los criterios están: si es personal de salud, si tiene más de 60 años, si presenta factores de riesgo. También se toman en cuenta la evaluación clínica, los parámetros radiológicos, los valores de laboratorio y la saturación de oxígeno.

María Luisa fue la tercera en recibir plasma en el Hospital Magdalena V. de Martínez. Hoy ya van por el sexto paciente al que se le pasa plasma allí. La primera ya fue dada de alta.

A nivel provincial, ya se les transfundió plasma de convaleciente a 92 pacientes. “El viernes vamos a tener un corte del ensayo clínico. Por ahora son 92 pacientes, de los cuales cuatro fallecieron y el resto están recuperándose bien”, detalla a LA NACION Nora Etchenique, directora del Instituto de Hemoterapia bonaerense. El corte significa que un grupo de expertos y expertas se sentarán a analizar los resultados y la evolución de los pacientes que se incluyeron en el ensayo de plasma.

Martínez Kovach escuchó a alguien decir: “Con el coronavirus estamos escribiendo el libreto arriba del escenario”. Piensa, entonces, que a esa oración hay que sumarle una más: “Con el plasma les estamos dando a nuestros pacientes el libreto escrito”.

FUENTE: La Nacion: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/coronavirus-argentina-me-pusieron-plasma-me-entro-nid2379458

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